Kunapup meditaba sentado a la sombra de una palmera. El cálido viento del desierto, apenas tamizado por los árboles del oasis, preocupaba al campesino. De momento, estaba cómodamente instalado, si tenía sed, podía saciarla con agua fresca del pozo y, si le apetecía, también podía beber cerveza. Pero en medio del desierto tendría que beber agua caliente y cerveza igual de caliente, tendría que caminar bajo el sol y se quedaría aterido de frío durante la noche. La perspectiva no le agradaba nada al campesino, pero Kunapup sabía que la necesidad obliga.
Las últimas cosechas habían sido buenas y los graneros estaban repletos. Kunapup era un hábil y valiente campesino que no temía el trabajo y sabía sacar el mayor provecho de sus tierras. Todo lo que se podía hacer en casa lo hacía. Su mujer Merié lo ayudaba y se ocupaba de los hijos. Pero pronto escasearían los
productos que el campesino no podía cultivar en su oasis. Merié necesitaba lino para tejer vestidos, y Kunapup tenía que reparar la casa y los establos. Pero en el oasis ningún árbol le proporcionaba madera para carpintería. El campesino también tenía ganas de comprarle una joya a su mujer y regalos a los niños.
Todas estas cosas se encontraban en la ciudad, y, para llegar allí, había que atravesar el implacable desierto. Kunapup volvió al punto inicial de sus pensamientos bajo la palmera.
Había tomado una decisión. Llamó a su mujer, y entre los dos hicieron la lista de las cosas que había que comprar y decidieron también cuánta cebada para vender llevaría Kunapup a la ciudad.
Merié le recordó a su esposo que no debía olvidarse de comprar alimentos para el invierno. Al día siguiente se dedicaron a hacer los preparativos del viaje de Kunapup. Ahora que ya se había decidido, estaba deseando ponerse en camino. Los atractivos de la ciudad también eran un aliciente.
Ya se veía paseando por los jardines a orillas del Nilo, donde podría ver flores procedentes de tierras lejanas, traídas por ricos mercaderes. Se alegraba ante la perspectiva de dar paseos por loa ciudad. Kunapup soñaba, aunque no olvidaba el objetivo de su expedición: adquirir alimentos, madera y lino, sin olvidar esas pequeñas compras que mantenía en secreto. Merié preparó el pan y la cerveza que Kunapup necesitaría durante el viaje.
Kunapup colocó ordenadamente en una cabaña todo lo que pensaba llevarse a la ciudad para cambiarlo por lo que necesitaba.
Su equipaje casi no cabía en la cabaña. Él se sentía orgulloso a la vista de sus riquezas, e imaginaba todo lo que conseguiría en la ciudad. Hay que decir que Kunapup tenía, además de una buena disposición para el trabajo, una gran imaginación.
En cuanto amaneció, a la hora en la que el cielo empezaba a iluminarse suavemente, Kunapup cargó con mucho cuidado los asnos, repartiendo sabiamente la carga. El sol comenzó su ascensión cuando el campesino les hizo las últimas recomendaciones a su mujer y a sus hijos antes de ponerse en marcha.
Los asnos caminaban delante de él cargados de cañas, pieles de pantera y de lobo, sal, plantas y semillas. El cargamento era muy valioso, y Kunapup estaba decidido a protegerlo.
El viaje transcurría sin incidentes. Los asnos caminaban sin quejarse demasiado y el viento que tanto temía el campesino era una suave brisa. Kunapup daba rienda suelta a su alegría natural e iba cantando por el camino.
La ciudad a la que se dirigía el habitante del oasis todavía le quedaba muy lejos cuando se adentró por las tierras de Perfefi. Hasta ahora Kunapup no se había encontrado con nadie y por eso se alegró cuando vio a un hombre que le observaba de pie desde el dique. El hombre le sonreía. Si Kunapup hubiese sido capaz de leer sus pensamientos no habría acogido su sonrisa con tanta alegría, pues el hombre que lo observaba ya estaba ideando una artimaña que le permitiera arrebatarle a Kunapup los asnos y las mercancías.
La casa de este hombre sin escrúpulos1 se encontraba al borde del camino y, justo al otro lado, se extendían sus campos sembrados de cebada.
Ojeutinekt llamó a uno de sus criados y le ordenó:
- Entra corriendo en la casa, saca un trozo de tela, y la colocas atravesada en el camino.
Kunapup llegó con sus asnos a la altura de la casa y Ojeutinekt se dirigió a él y le dijo:
- Alto, forastero. ¡No se te ocurra pisar ese paño que me pertenece legítimamente!
Sin dejarse intimidar por el tono arrogante de Ojeutinekt, el campesino del oasis le contestó en tono sereno:
- El camino es de todos, y nadie tiene derecho a decir que es suyo. Si no quieres que mis asnos pisen tu paño, no tienes más que recogerlo del suelo.
Pero apenas había acabado de pronunciar estas palabras cuando uno de sus asnos arrancó de un bocado una matas de cebada, pisoteando al mismo tiempo el paño.
La artimaña había dado resultado y ahora el hombre malvado tenía derecho a quedarse con el asno que le había causado un perjuicio.
Kunapup protestó vehementemnete2 y la discusión se enconó. Llegaron a las manos, pero Kunapup era menos fuerte que el ladrón y no tenía más remedio que ceder ante su brutalidad. Sin embargo, prometió vengarse y, sobre todo, recuperar sus bienes, que Ojeutinekt le había robado sin el menor escrúpulo.
Es posible que el campesino del oasis tuviera menos fuerza física, pero era más inteligente y lo amparaba la justicia. El robo se había producido en las tierras administradas por el gran intendente Rensi, representante del faraón.
Kunapup se presentó ante Rensi, hijo de Meru, y le contó lo que le había ocurrido.
El gran intendente escuchó primero con aire distraído. Desde las primeras palabras de Kunapup había visto que el asunto estaba claro, y no le cabía la menor duda de que Ojeutinekt era culpable y debía ser condenado. Pero a medida que el campesino del oasis se explicaba, Rensi escucha cada vez con mayor atención.
Normalmente, en cuanto el gran intendente sabía cómo juzgar un asunto, interrumpía al litigante, pues su tiempo era oro y siempre tenía mucho que hacer. Pero, en este caso, no solo no ordenó callar al campesino, sino que lo invitó a proseguir sus explicaciones. Los criados del gran intendente se sorprendieron mucho al ver a su amo, que siempre tenía tanta prisa, dedicarle tanto tiempo a este sencillo campesino, y escucharlo con tan buena disposición.
Kunapup se explayaba y Rensi escuchaba.
Por fin, Kunapup terminó su alegato con una súplica:
- Aniquila la mentira que viva la verdad, imparte justicia. Protégeme, pues estoy en la indigencia.
En cuanto al campesino salió del palacio de audiencias, Rensi acudió a ver al faraón. Sabía que el rey se aburría en su magnífico palacio, y también sabía que le gustaba mucho la buena oratoria3. Rensi le contó lo bien que hablaba el campesino, la naturalidad con que elegía las palabras para seducir a su interlocutor.
El faraón mostró mucho interés por el relato de su intendente y dispuso lo siguiente:
- Normalmente, ordeno que se haga justicia a la mayor brevedad posible. Pero por esta vez vamos a hacer una excepción a la regla. Mandarás que Kunapup se presente todos los días ante ti y que cada día exponga de nuevo su petición. Según acabas de describirlo, no parece que le vayan a faltar las palabras, y seguro que se esmerará para convencerte sin aburrirte. Toma buena nota de todo lo que te vaya diciendo y cada día ven a repetirme las acertadas palabras del campesino.
Rensi, hijo de Meru, se disponía a retirarse cuando el faraón lo volvió a llamar.
- No quiero que mi deleite sea un obstáculo para la justicia. Cuida de que a Kunapup no le falte de nada y haz que también les lleves alimentos a su mujer y a sus hijos.
Rensi cumplió escrupulosamente las órdenes y los deseos del faraón.
Durante nueve meses Rensi convocó a Kunapup en la sala de audiencias, y en todas las ocasiones se quedaba maravillado ante la imaginación del campesino, que siempre encontraba palabras nuevas para explicar su problema y suscitar la benevolencia de Rensi.
Todos los días el gran intendente le llevaba al faraón los papiros en los que los escribas habían anotado al pie de la letra las seductoras palabras del campesino.
El faraón estaba encantado con la oratoria de Kunapup y disfrutaba con la inventiva verbal y la imaginación de su humilde súbdito.
No obstante, consideraba que el asunto había durado lo suficiente, sobre todo porqué Kunapup, en su novena súplica, exasperado ante la falta de firmeza de la justicia, amenazaba con plantear su reclamación ante Anubis dios de los muertos.
En esta novena súplica también se quejaba del faraón, que no se ocupaba lo suficientemente de que la justicia actuase sin demora. En realidad, su caso era claro y sencillo. ¿Qué pasaba entonces con los asuntos más complicados? Desde luego, añadía, el faraón debería prestar mayor atención a los asuntos de su reino.
Sorprendido primero por la audacia de este humilde campesino que le reprochaba que desempeñaba mal su papel de faraón, y que al final no dudaba en amenazarlo con recurrir a los poderes del más allá, el rey se sintió tentado a castigar a este impertinente.
Pero en seguida su sentido de la justicia le hizo comprender que el campesino tenía toda la razón para enfadarse y amenazarlo. Seguramente estaría preocupado por su mujer y sus hijos, pues no sabía que el faraón había velado por ellos durante todo este tiempo.
Además el rey reconocía en su fuero interno que temía la intervención de Anubis. No le sería fácil justificar su conducta ante el dios de los muertos, pues Kunapup, además de ser inocente de cualquier delito, se había visto sometido a los inconvenientes de la justicia, mientras que el culpable, el detestable Ojeutinekt, vivía tranquilamente del producto de su hurto.
Rensi se alegró de ver que el asunto concluía, pues le daba lástima aquel pobre campesino atrapado en las redes de la justicia.
El gran intendente actuó con rapidez. En cuanto recibió la orden del faraón, envió a sus policías para que detuviesen a Ojeutinekt, que no ofreció resistencia. Todos sus bienes pasaron a manos del habitante del oasis, al que incluso le entregaron el ladrón como esclavo.
Se había hecho justicia, y Kunapup se vio ampliamente recompensado por su gran paciencia.
viernes, 13 de julio de 2012
jueves, 5 de julio de 2012
EL GENIO DEL ARBOL
El rey de benarés, Brahmadatta, dijo un dia:
En todas las partes de la india los palacios de los reyes tienen numerossas columnas. ¿ que dirian si yo, que soy el más poderoso, mandara construir un palacio que estuviese construido por una sola columna? Haciendo esto seria el rey mas afamado de todos los de mi tiempo.
Entoces mandó llamar a sus obreros, ordenandoles la construccion de un palacio de dimensiones gigantescas, pero que solamente tuviera una columna.
Los obreros corrieron en busca del arbol único capaz de sostener el grandioso edificio y despues de bastante tiempo encontraron un magnifico árbol de sal, arbol sagrado para los hindúes.
El monarca supo que habian hallado el arbol adecuado pero aconsejó a los obreros que ofrendaran presentes al arbol antes de talarlo.
Tendreis que esperar unos dias añadió para dar tiempo al genio que lo habita a que busque otra morada.
Los trabajadores hiciero la ofrenda y encendieron farolitos de colores, mientras cantaban suaves melodias.
Al ver aquello el genio del arbol pensó que si lo talaban, aplastaria en su caida otros arboles mas pequeños y moririan los geniecillos que vivian en ellos.
Asi que , hacia la media noche, salió de su morada y fué a visitar al monarca, que al verle, asustado preguntó: ¿quien eres que relumbras como un astro?
El principe de los genios que moraban en los arboles respondió: En tus posesiones soy llamado el arbol de la felicidad. Durante setenta mil años todos los hombres y todas sus familias me han rendido pleitesia y jamás me tocaron. Honramé, ¡oh rey!, tal como lo hicieron tus antecesores.
Pero eres el arbol precioso que necesito para construir mi palacio.
Si ha de ser así repuso tristemente el principe de los genios de los arboles, quiero pedirte un favor: corta primero la parte alta; despues la mitad y, por ultimo, las raices.
El rey ante la agonia que estaba dispuesto a soportar el genio del arbol, pues iba a sufrir tres veces el golpe del hacha replicó que seria mejor hacerlo en una sola vez.
Es que de caer cuan largo soy, ¡oh rey !, abatiré a los arbolillos mas pequeños que morirán.
Emocionado el rey al escuchar las razones del noble arbol, respondió:
Mereces la salvación ya que tanto te preocupas por los que te rodean.
Y no permitió que lo talaran, viviendo el arbol otros tantos miles de años
El rey de benarés, Brahmadatta, dijo un dia:
En todas las partes de la india los palacios de los reyes tienen numerossas columnas. ¿ que dirian si yo, que soy el más poderoso, mandara construir un palacio que estuviese construido por una sola columna? Haciendo esto seria el rey mas afamado de todos los de mi tiempo.
Entoces mandó llamar a sus obreros, ordenandoles la construccion de un palacio de dimensiones gigantescas, pero que solamente tuviera una columna.
Los obreros corrieron en busca del arbol único capaz de sostener el grandioso edificio y despues de bastante tiempo encontraron un magnifico árbol de sal, arbol sagrado para los hindúes.
El monarca supo que habian hallado el arbol adecuado pero aconsejó a los obreros que ofrendaran presentes al arbol antes de talarlo.
Tendreis que esperar unos dias añadió para dar tiempo al genio que lo habita a que busque otra morada.
Los trabajadores hiciero la ofrenda y encendieron farolitos de colores, mientras cantaban suaves melodias.
Al ver aquello el genio del arbol pensó que si lo talaban, aplastaria en su caida otros arboles mas pequeños y moririan los geniecillos que vivian en ellos.
Asi que , hacia la media noche, salió de su morada y fué a visitar al monarca, que al verle, asustado preguntó: ¿quien eres que relumbras como un astro?
El principe de los genios que moraban en los arboles respondió: En tus posesiones soy llamado el arbol de la felicidad. Durante setenta mil años todos los hombres y todas sus familias me han rendido pleitesia y jamás me tocaron. Honramé, ¡oh rey!, tal como lo hicieron tus antecesores.
Pero eres el arbol precioso que necesito para construir mi palacio.
Si ha de ser así repuso tristemente el principe de los genios de los arboles, quiero pedirte un favor: corta primero la parte alta; despues la mitad y, por ultimo, las raices.
El rey ante la agonia que estaba dispuesto a soportar el genio del arbol, pues iba a sufrir tres veces el golpe del hacha replicó que seria mejor hacerlo en una sola vez.
Es que de caer cuan largo soy, ¡oh rey !, abatiré a los arbolillos mas pequeños que morirán.
Emocionado el rey al escuchar las razones del noble arbol, respondió:
Mereces la salvación ya que tanto te preocupas por los que te rodean.
Y no permitió que lo talaran, viviendo el arbol otros tantos miles de años
jueves, 28 de junio de 2012
El pescador
En cierta ocasión iba un ejecutivo paseando por una bonita playa vestido con sus bermudas (de marca), sus gafas de sol (también con marca muy visible), su polo (con mucha marca), su gorra (con marca destacada) su reloj (de marca y carísimo), su calzado deportivo (donde todo era marca) su móvil colgado de la cintura (el móvil con marca y la bolsa en la que colgaba también) y su gomina en el pelo (sin marca, pero tan abundante que uno podía adivinarla). Eran las dos del mediodía cuando se encontró con un pescador que felizmente recogía sus redes llenas de pescado y amarraba su pequeña barca. El ejecutivo se le acercó...
- ¡Ejem! Perdone, pero le he visto llegar con el barco y descargar el pescado...
¿No es muy temprano para volver de faenar?
El pescador le miró de reojo y, sonriendo mientras recogía sus redes, le dijo:
-¿Temprano? ¿Por qué lo dices? De hecho yo ya he terminado mi jornada de trabajo y he pescado lo que necesito.
- ¿Ya ha terminado hoy de trabajar? ¿A las dos de la tarde? ¿Cómo es eso posible? - dijo incrédulo, el ejecutivo.
El pescador, sorprendido por la pregunta, le respondió:
- Mire, yo me levanto por la mañana a eso de las nueve, desayuno con mi mujer y mis hijos, luego les acompaño al colegio, y a eso de las diez me subo a mi barca, salgo a pescar, faeno durante cuatro horas y a las dos estoy de vuelta. Con lo que obtengo en esas cuatro horas tengo suficiente para que vivamos mi familia y yo, sin holguras, pero felizmente. Luego voy a casa, cenamos y nos metemos en la cama, felices.
El ejecutivo intervino llevado por una irrefrenable necesidad de hacer de consultor del pescador:
- Verá, si me lo permite, le diré que está usted cometiendo un grave error en la gestión de su negocio y que el "coste de oportunidad" que está pagando es sin duda, excesivamente alto; está usted renunciando a un pay-back impresionante. ¿Su Bait podría ser mucho mayor! y su "umbral de máxima competencia" seguro que está muy lejos de ser alcanzado.
El pescador se lo miraba con cara de circunstancias, mostrando una sonrisa socarrona y sin entender exactamente adonde quería llegar aquel hombre de treinta y pico años ni por qué de repente utilizaba palabras que no había oído en su vida. Y el ejecutivo siguió:
- Podría sacar muchísimo más rendimiento de su barco si trabajara más horas, por ejemplo, de ocho de la mañana a diez de la noche.
El pescador entonces se encogió de hombres y le dijo:
- Y eso, ¿para qué?
-¡¿Cómo que para qué?! ¿Obtendría por lo menos el triple de pescado! ¡¿O es que no ha oído hablar de las economías de escala, del rendimiento marginal creciente, de las curvas de productividad ascendentes?! En fin, quiero decir que con los ingresos obtenidos por tal cantidad de pescado, pronto, en menos de un año, podría comprar otro barco mucho más grande y contratar un patrón...
El pescador volvió a intervenir:
- ¿Otro barco? ¿Y para qué quiero otro barco y además un patrón?
-¿Que para qué lo quiere? ¡¿No lo ve?! ¿No se da cuenta de que con la suma de los dos barcos y doce horas de pesca por barco podría comprar otros dos barcos más en un plazo de tiempo relativamente corto? ¡Quizá dentro de dos años ya tendría cuatro barcos, mucho más pescado cada día y mucho más dinero obtenido en las ventas de su pesca diaria!
Y el pescador volvió a preguntar:
- Pero todo eso, ¿para qué?
-¡Hombre! ¡¿Pero está ciego o qué?! Porque entonces, en el plazo de unos veinte años y reinvirtiendo todo lo obtenido, tendría una flota de unos ochenta barcos, repito, ¡ochenta barcos! ¿Qué además serían diez veces más grandes que barcucha que tiene actualmente!
Y de nuevo, riendo a carcajadas, el pescador volvió:
- ¿Y para qué quiero yo todo eso?
Y el ejecutivo, desconcertado por la pregunta y gesticulando exageradamente, le dijo:
- ¿Cómo se nota que usted no tiene visión empresarial ni estratégica ni nada de nada! ¿No se da cuenta de que con todos esos barcos tendría suficiente patrimonio y tranquilidad económica como para levanterse tranquilamente por la mañana a eso de las nueve, desayunar con su mujer e hijos, llevarlos al colegio, salir a pescar por placer a eso de las diez y sólo durante cuatro horas, volver a comer a casa, hacer la siesta,...?
El pescador respondió:
¿Y eso no es todo lo que tengo ahora?
- ¡Ejem! Perdone, pero le he visto llegar con el barco y descargar el pescado...
¿No es muy temprano para volver de faenar?
El pescador le miró de reojo y, sonriendo mientras recogía sus redes, le dijo:
-¿Temprano? ¿Por qué lo dices? De hecho yo ya he terminado mi jornada de trabajo y he pescado lo que necesito.
- ¿Ya ha terminado hoy de trabajar? ¿A las dos de la tarde? ¿Cómo es eso posible? - dijo incrédulo, el ejecutivo.
El pescador, sorprendido por la pregunta, le respondió:
- Mire, yo me levanto por la mañana a eso de las nueve, desayuno con mi mujer y mis hijos, luego les acompaño al colegio, y a eso de las diez me subo a mi barca, salgo a pescar, faeno durante cuatro horas y a las dos estoy de vuelta. Con lo que obtengo en esas cuatro horas tengo suficiente para que vivamos mi familia y yo, sin holguras, pero felizmente. Luego voy a casa, cenamos y nos metemos en la cama, felices.
El ejecutivo intervino llevado por una irrefrenable necesidad de hacer de consultor del pescador:
- Verá, si me lo permite, le diré que está usted cometiendo un grave error en la gestión de su negocio y que el "coste de oportunidad" que está pagando es sin duda, excesivamente alto; está usted renunciando a un pay-back impresionante. ¿Su Bait podría ser mucho mayor! y su "umbral de máxima competencia" seguro que está muy lejos de ser alcanzado.
El pescador se lo miraba con cara de circunstancias, mostrando una sonrisa socarrona y sin entender exactamente adonde quería llegar aquel hombre de treinta y pico años ni por qué de repente utilizaba palabras que no había oído en su vida. Y el ejecutivo siguió:
- Podría sacar muchísimo más rendimiento de su barco si trabajara más horas, por ejemplo, de ocho de la mañana a diez de la noche.
El pescador entonces se encogió de hombres y le dijo:
- Y eso, ¿para qué?
-¡¿Cómo que para qué?! ¿Obtendría por lo menos el triple de pescado! ¡¿O es que no ha oído hablar de las economías de escala, del rendimiento marginal creciente, de las curvas de productividad ascendentes?! En fin, quiero decir que con los ingresos obtenidos por tal cantidad de pescado, pronto, en menos de un año, podría comprar otro barco mucho más grande y contratar un patrón...
El pescador volvió a intervenir:
- ¿Otro barco? ¿Y para qué quiero otro barco y además un patrón?
-¿Que para qué lo quiere? ¡¿No lo ve?! ¿No se da cuenta de que con la suma de los dos barcos y doce horas de pesca por barco podría comprar otros dos barcos más en un plazo de tiempo relativamente corto? ¡Quizá dentro de dos años ya tendría cuatro barcos, mucho más pescado cada día y mucho más dinero obtenido en las ventas de su pesca diaria!
Y el pescador volvió a preguntar:
- Pero todo eso, ¿para qué?
-¡Hombre! ¡¿Pero está ciego o qué?! Porque entonces, en el plazo de unos veinte años y reinvirtiendo todo lo obtenido, tendría una flota de unos ochenta barcos, repito, ¡ochenta barcos! ¿Qué además serían diez veces más grandes que barcucha que tiene actualmente!
Y de nuevo, riendo a carcajadas, el pescador volvió:
- ¿Y para qué quiero yo todo eso?
Y el ejecutivo, desconcertado por la pregunta y gesticulando exageradamente, le dijo:
- ¿Cómo se nota que usted no tiene visión empresarial ni estratégica ni nada de nada! ¿No se da cuenta de que con todos esos barcos tendría suficiente patrimonio y tranquilidad económica como para levanterse tranquilamente por la mañana a eso de las nueve, desayunar con su mujer e hijos, llevarlos al colegio, salir a pescar por placer a eso de las diez y sólo durante cuatro horas, volver a comer a casa, hacer la siesta,...?
El pescador respondió:
¿Y eso no es todo lo que tengo ahora?
LOS DIOSES LO SABEN
En el patio de un famoso templo chino, moraba un caballo sagrado. Una niña triste y harapienta contemplaba al caballo por entre los barrotes de la jaula.
¿No podrias tú sacarme de la miseria y hacerme feliz?- lesuplicó la niña-. Estoy sola en el mundo y duermo debajo de los arboles; no como otra cosa que hierbas y raices y apenas puedo soportar tanta soledad.
Viendo sus ojos llenos de lagrimas, el caballo se sintió conmovido.
No eres tan desdichada como te figuras-le contestó-.
Fijate en mi, encerrado siempre en este patio,soportando la adoracion de los hombres, que me creen sagrado. Ademas, me obligan a tomar alimentos que me repugnan.
-¡Pero si he visto que te dan pastelillos!- exclamó la niña, admirada.
-Ya veo que te agradaria estar en mi lugar, como a mi me gustaria estar en el tuyo, para poder ser feliz y libre , lejos de este templo.
-Si quieres, podemos hacer el cambio a media noche,pero ¿que diré cuando me pregunten por que estoy aquí?
-Di simplemente: " LOS DIOSES LO SABEN". Permanece despues en silencio y facilmente pensarán que el caballo sagrado se ha convertido en una diosa. Para ello no tienes si no que envolverte en la brillante capa de púrpura que a mi me cubre y ocultará tus andrajos.
Aquella noche se efecctuó el cambio. La niña se envolvió en la capa y se evchó a dormir. Pero despertó poco despues, al oir voces de hombres. Se trataba de dos individuos cargados de pesados fardos, que iban en busca del caballo sagrado para que los transportase.Aquellos fardos contenian grandes tesoros, que acababan de robarle al mandarin.Al ver a una niña ricamente vestida en lugar del caballo, al mismo tiempo que decia sonrriendo,"los dioses lo saben", los ladrones, aterrados, huyeron abandonando en el patio las riquezas.
La niña pudo ver que los fardos contenian marfil, oro, sedas, esmaltes....Extendio luego todo por el suelo y se quedó dormida.
Al dia siguiente , una gran comitiva llegó al templo, con el mandarin a la cabeza. ¡Cual no seria el asombro de todos al descubrir que el tesoro robado se hallaba alli y que una niñita ocupaba el lugar del caballo!.
Quisieron saber lo ocurrido y por toda respuesta, ella dijo:-los dioses lo saben.
Verdaderamente, los dioses lo saben todo- se admiró el mandarin- y esto es un milagro.Nuestro caballo sagrado se ha convertido en diosa.
El pueblo, arrodillado,le rindió acatamiento. Despues la colmaron de presentes y le construyeron un magnifico templo rodeado de jardines.
Así pasaron diez años y la niña se hizo mujer. A pesar de las atenciones que recibia, le pesaba la soledad.
Un anochecer, cuando paseaba por el jardin,se le acercó un criado y le dijo:
-Excelsa diosa, acaba de ocurrir una cosa muy extraña: un caballo blanco no cesa de golpear la puerta, intentando entrar.
-Dejalé pasar- ordenó la muchacha.
Al cabo de un momento apareció el criado con un caballo blanco , viejo y cansado. La joven despidió al criado y volviendosé al caballo le dijo alegremente: -Por fin has vuelto, querido caballo; disfruta ahora de mi palacio y en adelante yo te cuidaré y atenderé, pues veo que estas viejo y fatigado.El caballo le contó que habia sufrido mucho por el mundo.
Mientras estuvo en el templo los hombres le admiraban, pero lejos de alli lo habian dominado y maltratado.
-He tenido libertad, si pero esta no sirve de nada si al mismo tiempo no se poseen la amistad y el amor. Tu eres la unica persona a quien he querido y suplico un lugar a tu lado para esperar la muerte.
La joven, abrazada a su caballo, le confesó que tampoco ella habia sido feliz, porque sin amistad y amor se encontraba muy sola. Mientras decia esto, abundantes lágrimas bañaban sus mejillas. Y sucedió que al levantar la cabeza, vió que el caballo habia desaparecido y que sus brazos rodeaban el cuello de un principe muy bello.
-Querida mia - murmuró el- , de nada sirve la libertad si no se tiene la amistad y el amor.
-Los dioses lo saben- dijo ella.
-Si, los dioses lo saben- contestó él con voz emocionada.
En el patio de un famoso templo chino, moraba un caballo sagrado. Una niña triste y harapienta contemplaba al caballo por entre los barrotes de la jaula.
¿No podrias tú sacarme de la miseria y hacerme feliz?- lesuplicó la niña-. Estoy sola en el mundo y duermo debajo de los arboles; no como otra cosa que hierbas y raices y apenas puedo soportar tanta soledad.
Viendo sus ojos llenos de lagrimas, el caballo se sintió conmovido.
No eres tan desdichada como te figuras-le contestó-.
Fijate en mi, encerrado siempre en este patio,soportando la adoracion de los hombres, que me creen sagrado. Ademas, me obligan a tomar alimentos que me repugnan.
-¡Pero si he visto que te dan pastelillos!- exclamó la niña, admirada.
-Ya veo que te agradaria estar en mi lugar, como a mi me gustaria estar en el tuyo, para poder ser feliz y libre , lejos de este templo.
-Si quieres, podemos hacer el cambio a media noche,pero ¿que diré cuando me pregunten por que estoy aquí?
-Di simplemente: " LOS DIOSES LO SABEN". Permanece despues en silencio y facilmente pensarán que el caballo sagrado se ha convertido en una diosa. Para ello no tienes si no que envolverte en la brillante capa de púrpura que a mi me cubre y ocultará tus andrajos.
Aquella noche se efecctuó el cambio. La niña se envolvió en la capa y se evchó a dormir. Pero despertó poco despues, al oir voces de hombres. Se trataba de dos individuos cargados de pesados fardos, que iban en busca del caballo sagrado para que los transportase.Aquellos fardos contenian grandes tesoros, que acababan de robarle al mandarin.Al ver a una niña ricamente vestida en lugar del caballo, al mismo tiempo que decia sonrriendo,"los dioses lo saben", los ladrones, aterrados, huyeron abandonando en el patio las riquezas.
La niña pudo ver que los fardos contenian marfil, oro, sedas, esmaltes....Extendio luego todo por el suelo y se quedó dormida.
Al dia siguiente , una gran comitiva llegó al templo, con el mandarin a la cabeza. ¡Cual no seria el asombro de todos al descubrir que el tesoro robado se hallaba alli y que una niñita ocupaba el lugar del caballo!.
Quisieron saber lo ocurrido y por toda respuesta, ella dijo:-los dioses lo saben.
Verdaderamente, los dioses lo saben todo- se admiró el mandarin- y esto es un milagro.Nuestro caballo sagrado se ha convertido en diosa.
El pueblo, arrodillado,le rindió acatamiento. Despues la colmaron de presentes y le construyeron un magnifico templo rodeado de jardines.
Así pasaron diez años y la niña se hizo mujer. A pesar de las atenciones que recibia, le pesaba la soledad.
Un anochecer, cuando paseaba por el jardin,se le acercó un criado y le dijo:
-Excelsa diosa, acaba de ocurrir una cosa muy extraña: un caballo blanco no cesa de golpear la puerta, intentando entrar.
-Dejalé pasar- ordenó la muchacha.
Al cabo de un momento apareció el criado con un caballo blanco , viejo y cansado. La joven despidió al criado y volviendosé al caballo le dijo alegremente: -Por fin has vuelto, querido caballo; disfruta ahora de mi palacio y en adelante yo te cuidaré y atenderé, pues veo que estas viejo y fatigado.El caballo le contó que habia sufrido mucho por el mundo.
Mientras estuvo en el templo los hombres le admiraban, pero lejos de alli lo habian dominado y maltratado.
-He tenido libertad, si pero esta no sirve de nada si al mismo tiempo no se poseen la amistad y el amor. Tu eres la unica persona a quien he querido y suplico un lugar a tu lado para esperar la muerte.
La joven, abrazada a su caballo, le confesó que tampoco ella habia sido feliz, porque sin amistad y amor se encontraba muy sola. Mientras decia esto, abundantes lágrimas bañaban sus mejillas. Y sucedió que al levantar la cabeza, vió que el caballo habia desaparecido y que sus brazos rodeaban el cuello de un principe muy bello.
-Querida mia - murmuró el- , de nada sirve la libertad si no se tiene la amistad y el amor.
-Los dioses lo saben- dijo ella.
-Si, los dioses lo saben- contestó él con voz emocionada.
lunes, 18 de junio de 2012
EL MONO TITIRITERO
Yo soy el mono Titiritero
Soy el más listo del mundo entero.
Mis volteretas son un portento.
Y con el rabo cuento hasta ciento´´.
Esta cancioncilla se oía todos los días en la orilla de la playa de Monolandia,
junto con toda suerte de saltos, volteretas y cabriolas, aquella mañana fue acompañada
de grandes aplausos:
-¡Muy bien señor mono!
Era el tiburón Correo que no dejaba de admirar, siempre que la ocasión se lo permitía,
las acrobacias de nuestro simpático monito.
El feroz Escualo, pensó: cuanto gustaría en su país la actuación del intrépido macaco,
y dicho y hecho, sin más dilación, propuso a nuestro protagonista cruzar el río, éste en
un principio se resistía, entre otras cosas por el temor que le producía el agua, finalmente
y para no decepcionar a su nuevo amigo, saltó a lomos del tiburón, que le transportó a la otra orilla con
sumo cuidado , para que ni una sola gota de agua le salpicara.
Nada más llegar, empezaron a oírse alarmantes toques de caracola,
¿Que pasa? ´preguntó el tiburon a un tiburoncillo con gorra de plato que pasaba por allí, a lo que este contestó:
nuestro rey está gravísimo, y solo podrá salvarse si se come el higado de un mono.
El tiburón lanzó tal ojeada a su acompañante , que éste estuvo tentado de tirarse al agua, pero lo pensó mejor y le dijo:
-comprendo tu amor hacia el rey de los tiburones, y no tengo ningún inconveniente en brindarte mi hígado para que se lo ofrezcas-.
¡ya estaba yo pensando en conseguirlo como fuera necesario!, manifestó el tiburón-
-Lo malo es, que como soy tan distraído siempre me olvido de la mitad de las cosas, hoy me he dejado el hígado, el corazón y un sombrero, conque volvamos sin perdida de tiempo a la otra orilla.
El tiburón malhumorado, se lanzó de nuevo al agua y empezó a surcarla a la mayor brevedad posible, cuando llegaron, el mono saltó a tierra y entre volteretas y carcajadas no dejaba de repetir:
!Aquí está mi hígado!, ¡ven a buscarlo si quieres ja ja ja ....o,acaso creías que me lo iba dejar arrebatar, ja ja ja ...!
Yo soy el mono titiritero
Soy el mas listo del mundo entero.
Mis volteretas son un portento.
Y con el rabo cuento hasta ciento.
sumo cuidado , para que ni una sola gota de agua le salpicara.
Nada más llegar, empezaron a oírse alarmantes toques de caracola,
¿Que pasa? ´preguntó el tiburon a un tiburoncillo con gorra de plato que pasaba por allí, a lo que este contestó:
nuestro rey está gravísimo, y solo podrá salvarse si se come el higado de un mono.
El tiburón lanzó tal ojeada a su acompañante , que éste estuvo tentado de tirarse al agua, pero lo pensó mejor y le dijo:
-comprendo tu amor hacia el rey de los tiburones, y no tengo ningún inconveniente en brindarte mi hígado para que se lo ofrezcas-.
¡ya estaba yo pensando en conseguirlo como fuera necesario!, manifestó el tiburón-
-Lo malo es, que como soy tan distraído siempre me olvido de la mitad de las cosas, hoy me he dejado el hígado, el corazón y un sombrero, conque volvamos sin perdida de tiempo a la otra orilla.
El tiburón malhumorado, se lanzó de nuevo al agua y empezó a surcarla a la mayor brevedad posible, cuando llegaron, el mono saltó a tierra y entre volteretas y carcajadas no dejaba de repetir:
!Aquí está mi hígado!, ¡ven a buscarlo si quieres ja ja ja ....o,acaso creías que me lo iba dejar arrebatar, ja ja ja ...!
Yo soy el mono titiritero
Soy el mas listo del mundo entero.
Mis volteretas son un portento.
Y con el rabo cuento hasta ciento.
martes, 12 de junio de 2012
Sombrero rojo
Hubo una vez un hombre con un sombrero rojo. Lucía orgulloso siempre su sombrero. No hablaba, simplemente nunca se olvidaba de ponerse su sombrero rojo al salir de casa.
Saludaba cortésmente a la gente, en general, nunca se dirigía hacia ellos ni levantaba su sombrero para saludar. Simplemente les dedicaba un breve gesto con la mano y proseguía su camino. Iba siempre orgulloso y altivo con su sombrero rojo.
Un buen día se encontró con un paseante que llevaba un sombrero azul.- Hay que ver qué mal gusto tienen algunos,- pensó, y prosiguió su camino, sin apenas mirarle. El hombre del sombrero azul miró de reojo al del sombrero rojo y pensó a su vez - Ya me gustaría a mi poder llevar un sombrero tan rojo y bonito como ese.
El hombre del sombrero rojo prosiguió caminando. A los pocos minutos, se encontró con una mujer que lucía una pamela verde. ¡Qué Pamela tan horrorosa! - pensó el hombre del sombrero rojo. La mujer de la pamela verde pensó: - ya me gustaría a mi poder lucir un sombrero aunque lo llevaría de otro color.
Continuó paseando el hombre del rojo sombrero y lo siguiente que encontró fue un cartero con su gorra gris de trabajo, un policía, con su gorra azul marino de autoridad. un marinero con su recién estrenada gorrita blanca, un caballero vestido de negro con su bombín a juego, el paseo continuó al menos dos horas más y a cada persona que se encontraba con un sombrero de color distinto al suyo se decía:- ¡Qué sombrero más feo! mientras que los demás siempre pensaban igual:- ya me gustaría a mi poder llevar un sombrero como ese.
Regresando ya a su casa el hombre del sobrero rojo vio a una niña que llevaba puesto un gorro rojo de lana y se dijo: - vaya, por fin alguien con buen gusto, me voy a parar a saludar, esta niña se merece mi saludo. La niña al ver al hombre del sombrero rojo pensó para si:-vaya un hombre con un sombrero del mismo color que mi gorro de lana, pero...probrecillo, ¡qué tonto! lleva sombrero en vez de gorro de lana, con el frío que hace, ¡se le quedarán las orejas heladas, hay que ser bobo! y sin mirarle siquiera prosiguió su camino.
El hombre del sobrero rojo, quedó triste y desconcertado. ¿Por qué no me ha saludado? se decía mientras proseguía camino a su casa.
Al llegar a casa la mujer del hombre del sombrero rojo le dijo.
- Te veo triste ¿qué te pasa? ¿No ha ido bien el paseo?
- Sí, - dijo el hombre, lo que sucede es que he querido saludar a una niña y ni ha querido mirarme, no sé porque, ha pasado de largo como si no existiera.
- Y ¿llevaba un sombrero del mismo color que el tuyo? - dijo la mujer que sabía bien a qué tipo de gente saludaba su marido.
- Sí, sí, era rojo, bueno no era un sombrero, era un gorro de lana pero supongo que eso da lo mismo, ¡Era de color rojo!
- ¡No da lo mismo! dijo la mujer toda digna, un sombrero no es lo mismo que un gorro, ¿porqué te has parado a saludar a esa niña? ¡Te has puesto en evidencia! ¡Un gorro de lana! ¡Qué vergüenza! ¡No estaba a tu altura!
El hombre entonces quedó más desconcertado aún.
- No lo comprendo -Se dijo- Llevaba el mismo color que el mío...si no está a mi altura...¿Por qué soy yo el que se sintió inferior al no ser saludado?
Fin
Moraleja: En esta vida no todas las cosas son sombrero, pero sí todas las personas son persona
Saludaba cortésmente a la gente, en general, nunca se dirigía hacia ellos ni levantaba su sombrero para saludar. Simplemente les dedicaba un breve gesto con la mano y proseguía su camino. Iba siempre orgulloso y altivo con su sombrero rojo.
Un buen día se encontró con un paseante que llevaba un sombrero azul.- Hay que ver qué mal gusto tienen algunos,- pensó, y prosiguió su camino, sin apenas mirarle. El hombre del sombrero azul miró de reojo al del sombrero rojo y pensó a su vez - Ya me gustaría a mi poder llevar un sombrero tan rojo y bonito como ese.
El hombre del sombrero rojo prosiguió caminando. A los pocos minutos, se encontró con una mujer que lucía una pamela verde. ¡Qué Pamela tan horrorosa! - pensó el hombre del sombrero rojo. La mujer de la pamela verde pensó: - ya me gustaría a mi poder lucir un sombrero aunque lo llevaría de otro color.
Continuó paseando el hombre del rojo sombrero y lo siguiente que encontró fue un cartero con su gorra gris de trabajo, un policía, con su gorra azul marino de autoridad. un marinero con su recién estrenada gorrita blanca, un caballero vestido de negro con su bombín a juego, el paseo continuó al menos dos horas más y a cada persona que se encontraba con un sombrero de color distinto al suyo se decía:- ¡Qué sombrero más feo! mientras que los demás siempre pensaban igual:- ya me gustaría a mi poder llevar un sombrero como ese.
Regresando ya a su casa el hombre del sobrero rojo vio a una niña que llevaba puesto un gorro rojo de lana y se dijo: - vaya, por fin alguien con buen gusto, me voy a parar a saludar, esta niña se merece mi saludo. La niña al ver al hombre del sombrero rojo pensó para si:-vaya un hombre con un sombrero del mismo color que mi gorro de lana, pero...probrecillo, ¡qué tonto! lleva sombrero en vez de gorro de lana, con el frío que hace, ¡se le quedarán las orejas heladas, hay que ser bobo! y sin mirarle siquiera prosiguió su camino.
El hombre del sobrero rojo, quedó triste y desconcertado. ¿Por qué no me ha saludado? se decía mientras proseguía camino a su casa.
Al llegar a casa la mujer del hombre del sombrero rojo le dijo.
- Te veo triste ¿qué te pasa? ¿No ha ido bien el paseo?
- Sí, - dijo el hombre, lo que sucede es que he querido saludar a una niña y ni ha querido mirarme, no sé porque, ha pasado de largo como si no existiera.
- Y ¿llevaba un sombrero del mismo color que el tuyo? - dijo la mujer que sabía bien a qué tipo de gente saludaba su marido.
- Sí, sí, era rojo, bueno no era un sombrero, era un gorro de lana pero supongo que eso da lo mismo, ¡Era de color rojo!
- ¡No da lo mismo! dijo la mujer toda digna, un sombrero no es lo mismo que un gorro, ¿porqué te has parado a saludar a esa niña? ¡Te has puesto en evidencia! ¡Un gorro de lana! ¡Qué vergüenza! ¡No estaba a tu altura!
El hombre entonces quedó más desconcertado aún.
- No lo comprendo -Se dijo- Llevaba el mismo color que el mío...si no está a mi altura...¿Por qué soy yo el que se sintió inferior al no ser saludado?
Fin
Moraleja: En esta vida no todas las cosas son sombrero, pero sí todas las personas son persona
lunes, 4 de junio de 2012
Leyenda del amor entre el sol y la luna
Cuando el Sol y la Luna se encontraron por primera vez, se apasionaron perdidamente y a partir de ahí comenzaron a vivir un gran amor. Sucede que el mundo aun no existía y el día que Dios decidió crearlo, les dio entonces un toque final...¡El brillo!
Quedó decidido también que el Sol iluminaría el día y que la Luna iluminaría la noche, siendo así, estarían obligados a vivir separados.
Les invadió una gran tristeza y cuando se dieron cuenta de que nunca más se encontrarían, la luna fue quedándose cada vez más angustiada. A pesar del brillo dado por Dios, fue tornándose Solitaria.
El Sol a su vez, había ganado un título de nobleza "Astro Rey", pero eso tampoco le hizo feliz.
Dios, viendo esto, les llamó y les explicó.: - No debéis estar tristes, ambos ahora poseéis un brillo propio. Tú, Luna, iluminarás las noches frías y calientes, encantarás a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de hermosas poesías. En cuanto a ti, Sol, sustentarás ese título porque serás el más importante de los astros, iluminarás la tierra durante el día, proporcionaras calor al ser humano y tu simple presencia hará a las personas más felices.
La Luna se entristeció mucho más con su terrible destino y lloró amargamente... y el Sol, al verla sufrir tanto, decidió que no podría dejar abatirse más, ya que tendría que darle fuerzas y ayudarle a aceptar lo que Dios había decidido.
Aún así, su preocupación era tan grande que resolvió hacer un pedido especial a Él: - Señor, ayuda a la Luna por favor, es más frágil que yo, no soportará la soledad.
Y Dios...en su inmensa bondad...creo entonces las estrellas para hacer compañía a la Luna.
La Luna siempre que está muy triste recurre a las estrellas, que hacen de todo para consolarla, pero casi nunca lo consiguen.
Hoy, ambos viven así...separados, el Sol finge que es feliz, y la Luna no consigue disimular su tristeza.
El Sol arde de pasión por la Luna y ella vive en las tinieblas de su añoranza. Dicen que la orden de Dios era que la Luna debería de ser siempre llena y luminosa, pero no lo consiguió...porque es mujer, y una mujer tiene fases.
Cuando es feliz, consigue ser Llena, pero cuando es infeliz es menguante y cuando es menguante ni siquiera es posible apreciar su brillo.
Luna y Sol siguen su destino. El, solitario pero fuerte; ella, acompañada de estrellas, pero débil.
Los hombres intentan, constantemente, conquistarla, como si eso fuese posible. Algunos han ido incluso hasta ella, pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás consiguió traerla hasta la tierra, nadie, realmente, consiguió conquistarla, por más que lo intentaron.
Sucede que Dios decidió que ningún amor en este mundo fuese del todo imposible, ni siquiera el de la Luna y el del Sol...Fue entonces que Él creó el eclipse.
Hoy Sol y Luna viven esperando ese instante, esos raros momentos que les fueran concedidos y que tanto cueste, sucedan.
Cuando mires al cielo, a partir de ahora, y veas que el Sol cubre la Luna, es porque se acuesta sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de eclipse.
Es importante recordar que el brillo de su éxtasis es tan grande que se aconseja no mirar al cielo en ese momento, tus ojos pueden cegarse al ver tanto amor.
Tú ya sabías que en la tierra existían Sol y Luna... y también que existe el eclipse...pero esta es la parte de la historia que tu no conocías.
Quedó decidido también que el Sol iluminaría el día y que la Luna iluminaría la noche, siendo así, estarían obligados a vivir separados.
Les invadió una gran tristeza y cuando se dieron cuenta de que nunca más se encontrarían, la luna fue quedándose cada vez más angustiada. A pesar del brillo dado por Dios, fue tornándose Solitaria.
El Sol a su vez, había ganado un título de nobleza "Astro Rey", pero eso tampoco le hizo feliz.
Dios, viendo esto, les llamó y les explicó.: - No debéis estar tristes, ambos ahora poseéis un brillo propio. Tú, Luna, iluminarás las noches frías y calientes, encantarás a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de hermosas poesías. En cuanto a ti, Sol, sustentarás ese título porque serás el más importante de los astros, iluminarás la tierra durante el día, proporcionaras calor al ser humano y tu simple presencia hará a las personas más felices.
La Luna se entristeció mucho más con su terrible destino y lloró amargamente... y el Sol, al verla sufrir tanto, decidió que no podría dejar abatirse más, ya que tendría que darle fuerzas y ayudarle a aceptar lo que Dios había decidido.
Aún así, su preocupación era tan grande que resolvió hacer un pedido especial a Él: - Señor, ayuda a la Luna por favor, es más frágil que yo, no soportará la soledad.
Y Dios...en su inmensa bondad...creo entonces las estrellas para hacer compañía a la Luna.
La Luna siempre que está muy triste recurre a las estrellas, que hacen de todo para consolarla, pero casi nunca lo consiguen.
Hoy, ambos viven así...separados, el Sol finge que es feliz, y la Luna no consigue disimular su tristeza.
El Sol arde de pasión por la Luna y ella vive en las tinieblas de su añoranza. Dicen que la orden de Dios era que la Luna debería de ser siempre llena y luminosa, pero no lo consiguió...porque es mujer, y una mujer tiene fases.
Cuando es feliz, consigue ser Llena, pero cuando es infeliz es menguante y cuando es menguante ni siquiera es posible apreciar su brillo.
Luna y Sol siguen su destino. El, solitario pero fuerte; ella, acompañada de estrellas, pero débil.
Los hombres intentan, constantemente, conquistarla, como si eso fuese posible. Algunos han ido incluso hasta ella, pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás consiguió traerla hasta la tierra, nadie, realmente, consiguió conquistarla, por más que lo intentaron.
Sucede que Dios decidió que ningún amor en este mundo fuese del todo imposible, ni siquiera el de la Luna y el del Sol...Fue entonces que Él creó el eclipse.
Hoy Sol y Luna viven esperando ese instante, esos raros momentos que les fueran concedidos y que tanto cueste, sucedan.
Cuando mires al cielo, a partir de ahora, y veas que el Sol cubre la Luna, es porque se acuesta sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de eclipse.
Es importante recordar que el brillo de su éxtasis es tan grande que se aconseja no mirar al cielo en ese momento, tus ojos pueden cegarse al ver tanto amor.
Tú ya sabías que en la tierra existían Sol y Luna... y también que existe el eclipse...pero esta es la parte de la historia que tu no conocías.
jueves, 31 de mayo de 2012
Los regalos del pueblo pequeñin
Un sastre y un orfebre, que andaban juntos peregrinando, oyeron una tarde, cuando el sol ya se había metido tras las montañas, los acordes de una melodía lejana aunque cada vez más clara; era extraña, pero tan graciosa que olvidaron su cansancio y continuaron rápidamente la marcha. Ya había salido la luna cuando en lo alto de una colina vieron a una multitud de hombres y mujeres pequeñitos que, cogidos de la mano, danzaban en corro alegres y gozosos; cantaban también la más deliciosa de las melodías, precisamente aquella que habían oído los caminantes. En el centro del corro estaba sentado un anciano algo más alto que los demás; llevaba una túnica de colores y la barba cana le caía por el pecho. Los dos se detuvieron, llenos de admiración, para contemplar la danza. El anciano les hizo señas de que se acercaran, y los hombrecillos les abrieron su corro con gusto. El orfebre era jorobado, y como todos los jorobados son atrevidos, entró en el círculo. El sastre sintió primero cierta timidez y se quedó rezagado, pero luego, viendo lo alegres que estaban todos; cobró ánimos y siguió a su compañero. Inmediatamente se cerró el corro, y de nuevo los pequeñines siguieron con el canto y la danza, ejecutando los más alocados pasos; pero el anciano sacó un gran cuchillo que llevaba al cinto y se puso a afilarlo, y cuando lo hubo afilado bien miró a los dos peregrinos. Sintieron miedo, mas el anciano, no dejándoles tiempo para recapacitar, sujetó primero al orfebre y le rapó rápidamente cabeza y barba; luego hizo lo mismo con el sastre. Y una vez ejecutada la tarea, el anciano les quitó el miedo dándoles amables golpecitos en la espalda, como si quisiera decirles lo bien que se habían portado prestándose a ella sin resistirse. Luego señaló con el índice unos carbones amontonados a un lado, y les dio a entender por gestos que llenasen con ellos los bolsillos. Ambos obedecieron, aun cuando no sabían de qué les serviría el carbón; luego continuaron caminando en busca de un lugar para pasar la noche. Llegaron a un valle cuando las campanas del monasterio cercano daban las doce; al momento cesó el canto, los pequeñines desaparecieron y la colina quedó desierta a la luz de la luna.
Los dos peregrinos hallaron albergue, se acostaron sobre un lecho de heno y se taparon con sus chaquetas, olvidando, en su cansancio, vaciarlas antes de los carbones. Sintieron sobre sus miembros un gran peso que les despertó antes de lo acostumbrado. Echaron mano a los bolsillos y casi no dieron crédito a sus ojos cuando vieron que no había carbón, sino oro puro; y también que sus cabellos y sus barbas habían crecido felizmente otra vez. Se habían convertido en hombres ricos, pero el orfebre, más codicioso por naturaleza, había llenado más sus bolsillos y tenía dos veces más oro que el sastre. Un hombre codicioso, cuando tiene mucho, quiere más; por eso el orfebre propuso al sastre que se quedaran ese día para ir otra vez por la noche a la colina y conseguir del anciano mayores riquezas. El sastre no quería y dijo:
- Ya tengo bastante y me encuentro satisfecho; ahora me haré maestro en mi oficio, me casaré con mi cosa querida (pues así llamaba a su amada) y seré un hombre feliz.
Pero accedió a quedarse un día más para no disgustar a su compañero.
Al atardecer, el orfebre se echó unas bolsas al hombro para luego llenarlas bien llenas de riquezas y se dirigió a la colina. Al igual que la noche anterior encontró allí al pueblo pequeñin cantando y bailando, y de nuevo el anciano le rapó y le indicó por señas que cogiese del carbón. Sin titubear. tomó todo lo que cupo en bolsillos y bolsas, volvió feliz, se acostó y se tapó con su chaqueta.
- Aunque el oro pese-dijo-, me gustará soportarlo. Y se durmió al fin dulcemente, pues pensaba que despertaría al día siguiente lleno de riquezas. En cuanto abrió los ojos se levantó de un salto y se registró los bolsillos. ¡cuál no sería su sorpresa al ver que por mucho que sacase no salía más que negro carbón!
"Todavía me queda el oro que logré la otra noche" pensó, y fue a por él; y ¡como se asustó cuando vio que también se había convertido en negro carbón! Y cuando se golpeó la frente con la ennegrecida mano advirtió que su cabeza estaba tan monda y lironda como su cara. Pero aún su infortunio no había concluido con esto, pues se dio cuenta de que además de la joroba que adornaba su espalda le había salido otra igual en el pecho. Entonces comprendió el castigo que había merecido su ambición. y lloró amargamente. El buen sastre se despertó con el llanto, y consoló al infeliz como pudo diciéndole:
- Hemos sido compañeros de peregrinación, así que quédate conmigo y participa de mis riquezas. Aunque el sastre cumplió su palabra, el desdichado orfebre tuvo que llevar sus dos jorobas durante toda su vida y cubrir con una boina su calva cabeza.
Los dos peregrinos hallaron albergue, se acostaron sobre un lecho de heno y se taparon con sus chaquetas, olvidando, en su cansancio, vaciarlas antes de los carbones. Sintieron sobre sus miembros un gran peso que les despertó antes de lo acostumbrado. Echaron mano a los bolsillos y casi no dieron crédito a sus ojos cuando vieron que no había carbón, sino oro puro; y también que sus cabellos y sus barbas habían crecido felizmente otra vez. Se habían convertido en hombres ricos, pero el orfebre, más codicioso por naturaleza, había llenado más sus bolsillos y tenía dos veces más oro que el sastre. Un hombre codicioso, cuando tiene mucho, quiere más; por eso el orfebre propuso al sastre que se quedaran ese día para ir otra vez por la noche a la colina y conseguir del anciano mayores riquezas. El sastre no quería y dijo:
- Ya tengo bastante y me encuentro satisfecho; ahora me haré maestro en mi oficio, me casaré con mi cosa querida (pues así llamaba a su amada) y seré un hombre feliz.
Pero accedió a quedarse un día más para no disgustar a su compañero.
Al atardecer, el orfebre se echó unas bolsas al hombro para luego llenarlas bien llenas de riquezas y se dirigió a la colina. Al igual que la noche anterior encontró allí al pueblo pequeñin cantando y bailando, y de nuevo el anciano le rapó y le indicó por señas que cogiese del carbón. Sin titubear. tomó todo lo que cupo en bolsillos y bolsas, volvió feliz, se acostó y se tapó con su chaqueta.
- Aunque el oro pese-dijo-, me gustará soportarlo. Y se durmió al fin dulcemente, pues pensaba que despertaría al día siguiente lleno de riquezas. En cuanto abrió los ojos se levantó de un salto y se registró los bolsillos. ¡cuál no sería su sorpresa al ver que por mucho que sacase no salía más que negro carbón!
"Todavía me queda el oro que logré la otra noche" pensó, y fue a por él; y ¡como se asustó cuando vio que también se había convertido en negro carbón! Y cuando se golpeó la frente con la ennegrecida mano advirtió que su cabeza estaba tan monda y lironda como su cara. Pero aún su infortunio no había concluido con esto, pues se dio cuenta de que además de la joroba que adornaba su espalda le había salido otra igual en el pecho. Entonces comprendió el castigo que había merecido su ambición. y lloró amargamente. El buen sastre se despertó con el llanto, y consoló al infeliz como pudo diciéndole:
- Hemos sido compañeros de peregrinación, así que quédate conmigo y participa de mis riquezas. Aunque el sastre cumplió su palabra, el desdichado orfebre tuvo que llevar sus dos jorobas durante toda su vida y cubrir con una boina su calva cabeza.
sábado, 26 de mayo de 2012
BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS
Erase una vez una hermosa reina que deseaba ardientemente la llegada de una niña.Un dia que se encontraba sentada junto a la ventana en su aro de ébano, se picó el dedo con la aguja, y pequeñas gotas de sangre cayerón sobre la nieve acumulada en el antepecho de la ventana. La reina contempló el contraste de la sangre roja sobre la nieve blanca y suspiró.
¡Cómo quisiera tener una hija que tuviera la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el cabello negro como el ébano!.
Poco tiempo después su deseo se hizo realidad al nacerle una hermosa niña con piel blanca, labios rojos y cabello negro a quien dio el nombre de Blancanieves.
Desafortunadamente, la reina murió cuando la niña era muy pequeña y el padre de Blancanieves contrajo matrimonio con una hermosa mujer y cruel que se preocupaba más de su apariencia fisica que de hacer buenas acciones.
La nueva Reina poseia un Espejo majico que podia responderle a todas las preguntas que ella le hacía. Pero la única que le interesaba era: Espejo majico, ¿quien es la más hermosa del reino?
Invariablemente el espejo le respondia.
¡La más bella eres tú! La vanidad de la Reina vivia satisfecha con la respuesta, hasta que un día, el espejo le respondió algo diferente: Es verdad que su majestad es muy hermosa; pero ¡Blanca Nieves es la más hermosa del reino!
Enfurecida la envidiosa REina grito:
- ¿Blanca Nieves más hermosa que yo? ¡Imposible! ¡Eso no lo tolerare!
Entonces mando llamar a su más fiel cazador.
- ¡Llévate a Blanca Nieves a lo más profundo del bosque y mátala! Tráeme su corazón como prueba de que cumpliste mis ordenes.
El cazador inclino la cabeza en signo de obediencia y fue en busca de Blanca Nieves.
¿Adonde vamos? preguntó la joven.
- A dar un paseo por el bosque su Alteza, - respondió el cazador- El pobre hombre acongojado, sabía que sería incapaz de ejecutar las ordenes de la Reina.
Al llegar al medio del bosque, el cazador explico a Blanca Nieves lo que sucedia y le dijo:
-¡Corre vete lejos de aquí y escóndete en donde la Reina no pueda encontrarte, y no regreses jamás a palació!
Muy asustada Blanca Nieves se fue llorando, el Cazador mató a un jabali y le sacó el corazón.
"La Reina creerá que es el corazón de Blanca Nieves" pensó el cazador."Asi la princesa y yo viviremos más tiempo"
Blanca Nieves se encontró sola en medio de la oscuridad del bosque. Estaba aterrorizada. Creía ver ojos en todas partes y los ruidos que escuchaba le causaban mucho miedo.
Corrió sin rumbo alguno. Vagó durante horas, hasta que finalmente vio en un claro del bosque, una pequeña cabaña. ¿Hay alguien en casa? - Preguntó mientras tocaba a la puerta.
Como nadie respondía, Blanca Nieves la empujo y entró. En medio de la pieza vio una mesa redonda puesta para siete comensales. Sintiéndose segura y al abrigo, subió las escaleras que conducian a la planta alta donde descubrió, uno al lado de la otra, siete camas pequeñas.
"Hare una pequeña siesta" Se dijo- ¡Estoy tan cansada!
Entonces se acostó y se quedó profundamente dormida.
La cabaña pertenecia a los siete enanitos del bosque.Eran muy pequeños, tenian barbas largas y llevaban sombreros de vivos colores. Esa noche regresaron de una larga jornada de trabajo en la mina de diamantes.
-¡Miren! ¡Hay alguien durmiendo en nuestras camas!-. Uno de ellos tocó delicadamente el hombro de Blanca Nieves quien despertó sobresaltada.
-¿Quien eres? ¿Qué haces aquí?- preguntaron los enanitos sorprendidos-.
Blanca Nieves les contó su trágica historia y ellos la escucharon llenos de compasión.-Quédate con nosotros-. Aquí estaras segura.- ¿Sabes preparar tartas de manzana? preguntó uno de ellos-.
- ¡Si, si! Puedo preparar cualquier cosa- respondió ella contenta-.
- La tarta de manzana es nuestro postre preferido - le dijerón.
Blanca Nieves se ocupaba de las faenas de la casa mientras ellos trabajan en la mina de diamantes, en la noche ella les contaba divertidas historias. Sin embargo, los enanitos se sentian inquietos por la seguridad de Blanca Nieves.
- No hables con extraños cuando estes sola. Y, sobretodo, ¡No le abras la puerta a nadie! - Le advertian al salir.
- No se preocupen. Tendré mucho cuidado- Les prometia-.
Los meses pasaron. Y Blanca Nieves era cada vez más hermosa. Leía, bordaba y cantaba hermosas canciones. Algunas veces soñaba que se casaba con un apuesto principe.
Entretanto la malvada Reina convecida de que Blanca Nieves estaba muerta, habia cesado de interrogar a su espejo mágico. Pero una mañana decidió cunsultarlo de nuevo.
- ¿Es verdad que yo soy la más hermosa del reino? - preguntó-.
- No, tu no eres la más hermosa, la más hermosa - respondió el espejo - es Blanca Nieves, sigue siendo la más hermosa del reino.
- ¡Pero Blanca Nieves está muerta! - No - contestó el espejo -. Está viva y habita con los siete enanitos del bosque.
La Reina encolerizada mandó buscar al cazador, pero éste se habia marchado del palacio. Entonces empezó a pensar como haría para deshacerse ella misma de la joven de una vez por todas.
Blanca Nieves estaba preparando una tarta cuando una vieja aldeana se acercó a la casita. Era la malvada Reina disfrazada de mendiga.
- Veo que estás preparando una tarta de manzanas - dijo la anciana asomándose por la ventana de la cocina-.
- Si - respondió nerviosamente Blanca Nieves-. Le ruego me disculpe pero no puedo hablar con extraños.
¿Tienes razón! - respondió la Reina-. Yo simplemente quisiera regalarte una manzana. Las vendo para vivir y quizás un dia quieras comprar. Son deliciosas ya veras.
La Reina cortó un trozo de manzana y se lo llevó a la boca.
- ¿Ves hijita? Una manzana no puede hacerte ningún mal. ¡Disfrútala! Y se alejó lentamente.
Blanca Nieves no podía alejar sus ojos de la manzana. ¡No sólo parecia inofensiva, sino que se veia jugosa e irresistible!
No puede estar envenenada la anciana comió un trozo. Se dijo. La pobre Blanca Nieves se dejo engañar. ¡La malvada reina habia envenenado la otra mitad de la manzana! Poco después de haber mordido la manzana. Blanca Nieves cayó desmayada y una muerte aparente hizo su efecto de inmediato. Alli se la encontraron los siete enanos al regresar de la mina.
- ¡Esto, sin duda alguna, es obra de la Reina! - gritaron angustiados mientras intentaban reavivar a Blanca Nieves -.
Pero todo era en vano, la muchacha inmovil, no daban ninguna señal de vida. Su aliento no empañaba el espejo que los enanitos la ponian cerca de la boca.
Los siete enanitos lloraban amargamente la muerte de Blanca Nieves y no querian de ninguna manera separarse de ella. Tal era su belleza al verla daba la impresión de que estaba dormida. Posiblemente pensaron, era victima de un hechizo. Entonces decidieron ponerla dentro de una urna de cristal y hacer turnos para cuidarla.
Un dia un joven Principe que pasaba por el bosque oyó hablar de la hermosa princesa que yacia en la urna de cristal.
¡Como quisiera verla! Pensaba mientras se dirigia a la casa de los siete enanitos.
Al verla, el principe se anamoro inmediatamente de ella.- ¡Era la joven más hermosa que jamás habia visto! - por favor dejenme cuidarla! - suplicó a los siete enanitos-. Yo velaré su sueño y la protegeré por el resto de mi vida.
En un comienzo los enanitos se negaron, pero después aceptaron pensando que Blanca Nieves estaria más segura en el castillo.
Cuando los lacayos del principe levantaron la urna de cristal para llevársela, uno de ellos se tropezó y el cofre se sacudió. El trozo de manzana envenenada cayó de la boca de Blanca Nieves, Sus mejillas, hasta entonces de un palido mortal, comenzaron a teñirse de rosa y sus ojos se abrieron lentamente. Los enanitos no podian contener su alegría, mientras el principe se arrodillaba al pie de Blanca Nieves.
- Deseo con todo mi corazón que seas mi esposa - susurró el principe conmovido.
Blanca Nieves que se habia enamorado del apuesto principe, le respondió:
- Si, seré tu esposa.
La boda se celebro con una gran fiesta. La malvada fue peronada e invitada. ¡Pero cuando vio la belleza y dulzura de Blanca Nieves, se lleno de tal rabia y envidia, que cayó muerta al instante!
Blanca Nieves y el Principe vivieron felices en un hermoso castillo, y los siete enanitos nunca tivieron que regresar a trabajar a la mina de diamantes.
¡Cómo quisiera tener una hija que tuviera la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el cabello negro como el ébano!.
Poco tiempo después su deseo se hizo realidad al nacerle una hermosa niña con piel blanca, labios rojos y cabello negro a quien dio el nombre de Blancanieves.
Desafortunadamente, la reina murió cuando la niña era muy pequeña y el padre de Blancanieves contrajo matrimonio con una hermosa mujer y cruel que se preocupaba más de su apariencia fisica que de hacer buenas acciones.
La nueva Reina poseia un Espejo majico que podia responderle a todas las preguntas que ella le hacía. Pero la única que le interesaba era: Espejo majico, ¿quien es la más hermosa del reino?
Invariablemente el espejo le respondia.
¡La más bella eres tú! La vanidad de la Reina vivia satisfecha con la respuesta, hasta que un día, el espejo le respondió algo diferente: Es verdad que su majestad es muy hermosa; pero ¡Blanca Nieves es la más hermosa del reino!
Enfurecida la envidiosa REina grito:
- ¿Blanca Nieves más hermosa que yo? ¡Imposible! ¡Eso no lo tolerare!
Entonces mando llamar a su más fiel cazador.
- ¡Llévate a Blanca Nieves a lo más profundo del bosque y mátala! Tráeme su corazón como prueba de que cumpliste mis ordenes.
El cazador inclino la cabeza en signo de obediencia y fue en busca de Blanca Nieves.
¿Adonde vamos? preguntó la joven.
- A dar un paseo por el bosque su Alteza, - respondió el cazador- El pobre hombre acongojado, sabía que sería incapaz de ejecutar las ordenes de la Reina.
Al llegar al medio del bosque, el cazador explico a Blanca Nieves lo que sucedia y le dijo:
-¡Corre vete lejos de aquí y escóndete en donde la Reina no pueda encontrarte, y no regreses jamás a palació!
Muy asustada Blanca Nieves se fue llorando, el Cazador mató a un jabali y le sacó el corazón.
"La Reina creerá que es el corazón de Blanca Nieves" pensó el cazador."Asi la princesa y yo viviremos más tiempo"
Blanca Nieves se encontró sola en medio de la oscuridad del bosque. Estaba aterrorizada. Creía ver ojos en todas partes y los ruidos que escuchaba le causaban mucho miedo.
Corrió sin rumbo alguno. Vagó durante horas, hasta que finalmente vio en un claro del bosque, una pequeña cabaña. ¿Hay alguien en casa? - Preguntó mientras tocaba a la puerta.
Como nadie respondía, Blanca Nieves la empujo y entró. En medio de la pieza vio una mesa redonda puesta para siete comensales. Sintiéndose segura y al abrigo, subió las escaleras que conducian a la planta alta donde descubrió, uno al lado de la otra, siete camas pequeñas.
"Hare una pequeña siesta" Se dijo- ¡Estoy tan cansada!
Entonces se acostó y se quedó profundamente dormida.
La cabaña pertenecia a los siete enanitos del bosque.Eran muy pequeños, tenian barbas largas y llevaban sombreros de vivos colores. Esa noche regresaron de una larga jornada de trabajo en la mina de diamantes.
-¡Miren! ¡Hay alguien durmiendo en nuestras camas!-. Uno de ellos tocó delicadamente el hombro de Blanca Nieves quien despertó sobresaltada.
-¿Quien eres? ¿Qué haces aquí?- preguntaron los enanitos sorprendidos-.
Blanca Nieves les contó su trágica historia y ellos la escucharon llenos de compasión.-Quédate con nosotros-. Aquí estaras segura.- ¿Sabes preparar tartas de manzana? preguntó uno de ellos-.
- ¡Si, si! Puedo preparar cualquier cosa- respondió ella contenta-.
- La tarta de manzana es nuestro postre preferido - le dijerón.
Blanca Nieves se ocupaba de las faenas de la casa mientras ellos trabajan en la mina de diamantes, en la noche ella les contaba divertidas historias. Sin embargo, los enanitos se sentian inquietos por la seguridad de Blanca Nieves.
- No hables con extraños cuando estes sola. Y, sobretodo, ¡No le abras la puerta a nadie! - Le advertian al salir.
- No se preocupen. Tendré mucho cuidado- Les prometia-.
Los meses pasaron. Y Blanca Nieves era cada vez más hermosa. Leía, bordaba y cantaba hermosas canciones. Algunas veces soñaba que se casaba con un apuesto principe.
Entretanto la malvada Reina convecida de que Blanca Nieves estaba muerta, habia cesado de interrogar a su espejo mágico. Pero una mañana decidió cunsultarlo de nuevo.
- ¿Es verdad que yo soy la más hermosa del reino? - preguntó-.
- No, tu no eres la más hermosa, la más hermosa - respondió el espejo - es Blanca Nieves, sigue siendo la más hermosa del reino.
- ¡Pero Blanca Nieves está muerta! - No - contestó el espejo -. Está viva y habita con los siete enanitos del bosque.
La Reina encolerizada mandó buscar al cazador, pero éste se habia marchado del palacio. Entonces empezó a pensar como haría para deshacerse ella misma de la joven de una vez por todas.
Blanca Nieves estaba preparando una tarta cuando una vieja aldeana se acercó a la casita. Era la malvada Reina disfrazada de mendiga.
- Veo que estás preparando una tarta de manzanas - dijo la anciana asomándose por la ventana de la cocina-.
- Si - respondió nerviosamente Blanca Nieves-. Le ruego me disculpe pero no puedo hablar con extraños.
¿Tienes razón! - respondió la Reina-. Yo simplemente quisiera regalarte una manzana. Las vendo para vivir y quizás un dia quieras comprar. Son deliciosas ya veras.
La Reina cortó un trozo de manzana y se lo llevó a la boca.
- ¿Ves hijita? Una manzana no puede hacerte ningún mal. ¡Disfrútala! Y se alejó lentamente.
Blanca Nieves no podía alejar sus ojos de la manzana. ¡No sólo parecia inofensiva, sino que se veia jugosa e irresistible!
No puede estar envenenada la anciana comió un trozo. Se dijo. La pobre Blanca Nieves se dejo engañar. ¡La malvada reina habia envenenado la otra mitad de la manzana! Poco después de haber mordido la manzana. Blanca Nieves cayó desmayada y una muerte aparente hizo su efecto de inmediato. Alli se la encontraron los siete enanos al regresar de la mina.
- ¡Esto, sin duda alguna, es obra de la Reina! - gritaron angustiados mientras intentaban reavivar a Blanca Nieves -.
Pero todo era en vano, la muchacha inmovil, no daban ninguna señal de vida. Su aliento no empañaba el espejo que los enanitos la ponian cerca de la boca.
Los siete enanitos lloraban amargamente la muerte de Blanca Nieves y no querian de ninguna manera separarse de ella. Tal era su belleza al verla daba la impresión de que estaba dormida. Posiblemente pensaron, era victima de un hechizo. Entonces decidieron ponerla dentro de una urna de cristal y hacer turnos para cuidarla.
Un dia un joven Principe que pasaba por el bosque oyó hablar de la hermosa princesa que yacia en la urna de cristal.
¡Como quisiera verla! Pensaba mientras se dirigia a la casa de los siete enanitos.
Al verla, el principe se anamoro inmediatamente de ella.- ¡Era la joven más hermosa que jamás habia visto! - por favor dejenme cuidarla! - suplicó a los siete enanitos-. Yo velaré su sueño y la protegeré por el resto de mi vida.
En un comienzo los enanitos se negaron, pero después aceptaron pensando que Blanca Nieves estaria más segura en el castillo.
Cuando los lacayos del principe levantaron la urna de cristal para llevársela, uno de ellos se tropezó y el cofre se sacudió. El trozo de manzana envenenada cayó de la boca de Blanca Nieves, Sus mejillas, hasta entonces de un palido mortal, comenzaron a teñirse de rosa y sus ojos se abrieron lentamente. Los enanitos no podian contener su alegría, mientras el principe se arrodillaba al pie de Blanca Nieves.
- Deseo con todo mi corazón que seas mi esposa - susurró el principe conmovido.
Blanca Nieves que se habia enamorado del apuesto principe, le respondió:
- Si, seré tu esposa.
La boda se celebro con una gran fiesta. La malvada fue peronada e invitada. ¡Pero cuando vio la belleza y dulzura de Blanca Nieves, se lleno de tal rabia y envidia, que cayó muerta al instante!
Blanca Nieves y el Principe vivieron felices en un hermoso castillo, y los siete enanitos nunca tivieron que regresar a trabajar a la mina de diamantes.
jueves, 10 de mayo de 2012
INTRODUCCIÓN
Este blog, tiene como objetivo publicar una serie de cuentos que hemos leido en el CRPS para luego a continuación introducir comentarios sobre lo que el cuento nos parece.
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